Fisioterapia i osteopatía
¿Cómo nos puede ayudar la osteopatía en casos de catarro, sinusitis o procesos gripales?
La terapia osteopática es una gran herramienta para mejorar los signos y síntomas que aparecen cuando padecemos problemas en las vías respiratorias o en procesos gripales que afecten a nuestro sistema inmunológico.
El aparato respiratorio tiene mucha importancia en el mantenimiento de la salud, ya que obtiene el oxígeno que da energía y vida a las células del cuerpo. Éste va relacionado con la nariz, los senos paranasales y la garganta, y es la primera línea de defensa ante microbios y bacterias.
Un problema en cualquier parte de este sistema puede generar una incapacidad para adaptarse en el día a día y crear condiciones sobre las que se den problemas aún mayores.
Es muy común la inflamación, la congestión y la obstrucción en la zona de nariz y senos paranasales, que produce una serie de molestias por las que seguramente ha pasado todo el mundo. La osteopatía puede aliviar la congestión, suavizando y ayudando a que estas molestias desaparezcan.
Algunas de ellas, son:
- Mocos en la nariz, garganta y senos paranasales (puede haber una cronificación: sinusitis, etc.).
- Dificultad respiratoria (por mocos e inflamación de la mucosa).
- Dolor de cabeza y, en ocasiones, de cuerpo en general: cuello, piernas, espalda, etc.
- Estornudos.
- Irritación de ojos: picor, lagrimeo, escozor, etc.
- Cansancio (se está “molido”).
- Dificultad para dormir (mayormente por no respirar bien cuando se está tumbado).
Según la causa y la capacidad de la persona para solucionarlo, pueden darse otros problemas que acompañen a los anteriores; algunos son:
- Afectación de oídos.
- Nauseas y/o vómitos.
- Fiebre.
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- Alergias.
- Infecciones (en ocasiones la toma de antibióticos puede bajar las defensas del cuerpo).
- Problemas digestivos.
- Problemas de sueño.
Resulta beneficioso para el cuerpo humano todo lo que le ayude a mantener y mejorar su capacidad para adaptarse a este tipo de problemas, de manera que el proceso de recuperación sea lo más eficaz, suave y rápido posible.
Cuando se carece de esta capacidad, los mismos procesos corporales encargados de solucionar el problema, pueden ser los que resultan lentos, incómodos y agotadores para la persona.
Si el cuerpo no tiene capacidad, el terapeuta deberá dirigir antes su atención a recuperarla.
Para ello, el osteópata realiza técnicas manuales que mejoran la circulación sanguínea y linfática, así como la función nerviosa de la zona donde se producen. En muchas ocasiones puede que esto sea suficiente.
La base del resultado de estas técnicas es poder devolver a los tejidos corporales su capacidad de movimiento y grado de tensión originales.
Daniel Martínez
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